Sueles venir aquí,
rondar esas noche donde caigo
en el pertubador vértigo de tu belleza
(víctima de las ataduras de tus encantos).
Sueles venir aquí,
irte cuando la noche y el amanecer
disputan su tolerancia,
sueles dejarme el beso con el que te espero
y la tristeza que tiene un anden vacio.
Sueles venir aquí,
dejar eso que llamas amor,
la frontera entre tu inocencia y el infierno,
despojarme de tantas verdades
y arrastrarme hasta el septiembre de tu cuerpo.
Sueles venir aquí,
traerme entre labios mil mentiras,
para que yo las crea
y entonces tu creas las mías.
Sueles venir aquí
y yo suelo esperarte.
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