Te observé de noche disfrazada,
las lunas se guardaban en tus ojos,
las estrellas en el cielo negro de tu pelo,
y una candidez divina se recostaba en tu alma,
el faro de medianoche hacía luces
en esta isla de dudas,
y yo me cobijaba en el soñar
buscando la estrechez de tu cintura;
Te soñé de noche vestida,
como la noche calma,
como la noche perpetua,
como la noche que encuentra su infinito
y el fuego se encendía en tu vientre
como una estrella ardiendo,
y los misteriosos eclipses de luna en tu piel
traían hasta aquí cuentos de hadas y duendes;
Desde alguna noche venias
y eras noche esperada de mil noches
eras la noche a la que sometí mi corazón
y sus latidos,
la noche a la que entregué mis ansias
la noche que quise que no acabara nunca,
la noche que me trajo la flor
la flor azul como la noche
que tanto a ti se parece.
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